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miércoles, 15 de julio de 2015

La placenta, ¿el elixir?

Hay quienes dicen que es el elíxir, hay quienes aseguran que es infecciosa, aquí el debate sobre ingerir o no la placenta después del parto.

POR: JESÚS PEÑA SÁNCHEZ





Saltillo.- La doctora puso cara de nausea cuando Andrea Estefanía Padilla pidió que una vez pasado el momento del parto le entregara, de favor, su placenta porque quería llevársela a casa y comérsela.

La placenta era de ella, le alegó Estefanía, y ella sabría lo que haría con su placenta. Sin otra escapatoria la ginecóloga transigió.

Estefanía había escuchado y visto en facebook testimonios de mamás saltillenses que recomendaban el consumo de este tejido como medio maravilloso, casi mágico, para reponerse después de nueve largos y difíciles meses de embarazo, y acabó por convencerse.

Lo que siguió fue que el día del parto los familiares de Estefanía recogieron aquel pedazo de carne, parecido a un hígado, lo pusieron en una bolsa especial y luego en una hielera.

Horas más tarde una especialista en el preparado de la placenta se la regresó convertida en cápsulas de hierro, gotas, aceite y una crema para las rozaduras, los cólicos de su bebé y las manchas y estrías que a Andrea se le habían formado concluido el proceso de gestación.

Estefanía ingirió sin ver aquellas cápsulas de placenta fresca que contenían algo así como un pedazo de carne sanguinolenta, repulsivo, sí, desagradable, pero con los minutos se sintió más que bien, energética, de buen talante, como si nada hubiese pasado y hasta pudo darle de mamar a su crío sin problemas.

A los pocos días de haber parido, por cesárea, andaba ya para arriba y para abajo y de plano pensó que haber comido placenta, también llamada árbol de la vida por las ramificaciones que forman sus arterias, funcionaba.

“Todos estaban asombrados porque a los 15 días (del parto) yo ya andaba muy bien”, testifica Andrea Estefanía.

Como ella son cada vez más las mujeres que en Saltillo creen y promueven el consumo de la placenta humana, aseguran, por sus altas propiedades nutricionales y curativas.

Ello a pesar de las advertencias de facultativos, llámese ginecólogos y patólogos, que catalogan a la placenta como un desecho muerto e inservible del organismo y alertan sobre los riesgos sanitarios de su consumo, por ser un residuo biológico potencialmente infeccioso.

Con todo y eso la medicina placentaria, conocida además como placentofagia, palabra algo incómoda, - dicen sus defensoras -, ya está aquí.

“Apenas está iniciando es una práctica alternativa conocida por muy pocos. A nivel local se está dando en Saltillo y Monterrey…”, dice Karla González Ramírez, estudiante de medicina de la Universidad de Monterrey (UDEM), y una de las principales impulsoras de la placentofagia en el noreste de México.

Karla es también una de las 16 mujeres mexicanas que, en mayo del año pasado, fue capacitada para la preparación de productos de placenta, por el American Birthingway College of Midwifery de Oregon, a través de un curso impartido en Guadalajara.

No abstente el boom de la medicina placentaria en la mayoría de los hospitales, tanto públicos como privados de todo el país, las miles y miles de placentas que se generan diariamente en las salas de partos, son llevadas al área de patología para su estudio, luego introducidas en bolsas rojas, echadas a la basura y luego recolectadas por empresas externas, junto con otros residuos, para su incineración.

Ana es una mamá vegetariana que asegura haberse recuperado del parto rápidamente luego de ingerir su placenta en pastillas

Y hay quienes aseguran que incluso en algunos sanatorios públicos, las placentas sanas, son empaquetadas, congeladas y enviadas a institutos de cosmetología de todo el mundo, donde son convertidas en cremas, aceites o champús.

“Me he topado con hospitales en los que (a la hora de que la madre solicita la placenta) los médicos ceden, otros en los que no. Hay algunos doctores que de plano te dicen ‘no, está loca señora, claro que no, qué le pasa, se va a morir, se va a intoxicar, para que la quiere, no le sirve de nada’. Hay otros médicos que dicen ‘sí, no hay problema, para lo que usted la use, tenga, aquí está, es suya’, muy respetuosos con los pacientes.

“Yo les digo a las mamás que optan por encapsular su placenta que se limiten a escoger los establecimientos que sí se las van a entregar y que yo ya tengo catalogados”, comenta Karla González, cuya placenta, como sucede con la mayoría de las mujeres, una vez que dio a luz, fue arrojada al cajón de la basura.

Por lo cual Karla creó recientemente un documento que libera a las instituciones de salud, y a su personal, de la responsabilidad sobre la placenta, para que sea la madre la encargada de manejarla, transportarla y hacérsela llegar al especialista para que la prepare.

Dora es una experta y promotora del parto en casa que ve como sus pacientes cada vez más le piden les de la placenta para consumirla.
Una vez fuera del hospital la placenta será sometida a diversos procesos (deshidratación, purificación en vapores de hierbas, inmersión en alcohol, antes de encapsularla, transformarla en gotas homeopáticas (tintura) o cosméticos, (pomadas, aceites y cremas terapéuticas para la madre y el bebé).

Antes la experta en medicina placentaria hubo realizado los estudios suficientes para detectar cualquier riesgo infecto contagioso de la placenta, como el VIH, sífilis, entre otros.

“Para tratar una placenta hay que ver estudios de la madre y corroborar que en su embarazo estuvo saludable, que no presentó ninguna infección…”.

Las últimas estadísticas arrojan que sólo en el Hospital de Zona Número 1 del IMSS en Saltillo, se han registrado en lo que va del año alrededor de cinco casos de mujeres que han ido a solicitar su placenta para consumirla.

“Pero por normatividad no la entregamos, aparte no todas las pacientes tienen pruebas de VIH, hepatitis b ó c y otras enfermedades, entonces se vuelve una práctica de alto riesgo.

“Una vez que la placenta sale del organismo pierde todas las funciones, todas las propiedades. Es una práctica que no es sana, le estamos dando un poder a algo que ya no sirve, que ya no funciona, que biológicamente ya no tiene razón de ser”, dice Adriana Pérez Valdés, jefa del área de Ginecología de la Clínica 1 del IMSS.

Hoy existen tantas creencias y opiniones en torno al uso de la placenta como medicina alternativa que se ha generado un agrio debate entre facultativos de distintas ramas y los promotores de esta tendencia, más o menos arraigada en Reino Unido, Alemania, España, Ecuador y Buenos Aires y que día con día va cobrando más y más auge en Saltillo.

Para unos el consumo de tal tejido, contaminado con bacterias y susceptible a infecciones como el hepatitis o el Sida, podría ser de graves consecuencias a nivel de la salud del ser humano; para otros los altos contenidos en hierro, proteínas, vitaminas y hormonas, que posee la placenta, resultan de gran beneficio para la madre y su familia.

Ana Carolina, mamá que promueve el consumo de placenta


“La placenta es potenciadora de la lactancia. De las chicas que han consumido su placenta te puede decir que el 90 por ciento, sino es que el 100, no ha tenido problemas con la lactancia, es más sí los han tenido, tienen una hiperproducción de leche, totalmente contrario a lo que pasa en las recién paridas”.

Además, precisa Karla González Ramírez, la placenta incrementa la energía, combate la fatiga y los desordenes afectivos y de ansiedad, la depresión posparto, la anemia, inhibe las hemorragias posparto y previene el coriocarcinoma, un cáncer importante de endometrio.

“La placenta contiene oxitocina que es relajante, nos ayuda a contraer el útero y al apego biológico de la madre con el bebé, a que la madre tenga una recuperación más pronta.

“La placenta es como una bodega, los nueve meses que duró tu embarazo estuviste guardando todos esos nutrientes en tu placenta. Imagínate lo rica que es en calcio, en hierro, en gonadotropina.

“Y la placenta es el octavo chacra, la conexión entre el humano y la naturaleza, no tiene más que un grupo de células perfectamente alineadas para hacer su trabajo. Es la madre naturaleza trabajando en un su perfección completa”.

La primera vez que Ana Román Loyola escuchó hablar de la placentofagia, sintió que iba a volver estómago.

Ella es vegetariana, llevaba seis años de no comer carne, pero aun así decidió probar.

“Se me hacía un poquito asqueroso, la verdad, pero sí noté muchas ventajas. En enero se me enfermaron los niños, me acordé de las cápsulas de placenta y me tomé una y yo no me enfermé, andaba con energía para atender a mi esposo y a los dos niños que estaban en cama”.


La recuperación de su parto en casa fue cuestión de días.

“Sí tuve los entuertos, pero fue muy rápido, estuvo muy alivianado el posparto”, platica.

Karla González, experta en el tratamiento de placenta y productos derivados

Miguel Jesús Reyes Campos, médico cirujano egresado la Universidad Autónoma de Yucatán y especialista en acupuntura, de la Escuela Francesa de Acupuntura, revela que algunos estudios de ingestión de placenta en ratas, publicados en 2004 por la revistas Brain Research, han demostrado que el consumo de este tejido tiene un efecto de producción de opioides en el organismo, los cuales provocan estados de bienestar y eliminación del dolor.

Al menos para Ana Carolina Dávila, otra mama de Saltillo que luego de dar a luz en una clínica privada ingirió un licuado de mango mezclado con placenta, fue como una bomba.

“Me fui para arriba en cuestión de energía, de ánimo”.

Ella había tenido una hemorragia posparto, fue canalizada, pero después de que hubo consumido el smoothie de placenta sabor mango el sangrado paró.

“Mucha gente me decía que qué desagradable, que qué asco, principalmente era asco lo que sentían, y muchos comentarios negativos, pero yo había leído que los animales se la comen, las perritas, y esto hacía que tuvieran energía para ver a sus cachorros”.

Otros artículos describen también la costumbre de los indios del Canadá, comunidades de California y los campesinos de algunas zonas rurales en México, de ingerir la placenta para combatir ciertas dolencias.

“Se puso en boga hace algunos años la ingestión de productos de placenta asada, luego pulverizada y entonces se la tomaban en cápsulas. Pienso que está relacionado con un concepto de la medicina tradicional china, porque en la medicina tradicional china, desde hace cientos de años, se preparaban unos polvos de placenta para tonificar la sangre y eso era aumentar y mejorar la vitalidad. Al mismo tiempo se ha visto que la ingestión de la placenta revierte el agotamiento por estrés”, dice Reyes Campos, además responsable de Acupuntura en la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.

El problema es que la placenta que se procesa empíricamente y se vende, carece, probablemente, de un control de calidad, de una asepsia y antisepsia adecuadas,

“Y probablemente no tiene un proceso de esterilización adecuado y la placenta, por ser una sustancia que tiene sangre, no sabes si tenga algún problema de hepatitis, herpes, VIH…”,.

La placentofagia, que es practicada instintivamente por algunos mamíferos, dígase ratas, perras, cerdas o incluso herbívoros como la vaca, después de parir a sus crías, se cree para evitar dejar rastros que atraigan a sus depredadores, afianzar el vinculo materno o reponer fuerzas y mantenerse nutridas en los días posteriores al parto, parece ser el factor que ha dado origen, lugar y sustento a esta aparentemente nueva tendencia en los seres humanos.

“Nace de la observación de lo que hacen algunos animales, las perras, por ejemplo, cuando tienen a sus crías durante dos o tres días no se paran, no comen, no toman agua, están nada más amamantando, por eso es importante el aporte de energía que les da esa placenta, pero en el humano eso no se ve…”, declara Marco Antonio Aguirre Ramos, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Saltillo,

Rubén Rangel, médico veterinario zootecnista, egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León, incluso rompe el mito de que la placentofagia sea una práctica benéfica para los animales.

“En el caso de las vacas se debe enterrar la placenta, es como un protocolo específico de sanidad, para evitar que las vacas y los perros las consuman y se transmitan virus y parásitos que viajan de la vaca al perro y del perro al humano.

“El protocolo de nacimiento de un cachorro es retirar al cachorro, esto si la madre lo permite, quitar la placenta, tirarla y limpiar al perro de cualquier rastro de placenta para evitar que se ahogue o para evitar contaminaciones, porque la placenta al ser nutritiva atrae bacterias y microorganismo o moscas, por ello se debe eliminar”.

Así pues científicos como Jesús Ángel Padilla Gámez, experto en salud pública y nutrición, reducen la llamada medicina placentaria a una simple moda en ciertos segmentos de la población.

“Una moda en donde se ha encontrado que existen algunas sustancias que pudieran revestir algún beneficio para la madre en esa etapa. Todas las sustancias que pueda tener ese trozo de carne de tres centímetros de grueso, 25 centímetros de diámetro y que pesa medio kilo, más o menos, lo podemos encontrar en otros productos o preparados de tipo hormonal, mineral, vitamínico. No es necesario recurrir a una conducta que bajo los ojos de cualquier persona puede representar una especie de canibalismo… En la literatura médica hay vestigios de información sumamente antiguos de que (el consumo de la placenta) no representa ningún beneficio…”.

Y habla del papel que desempeña el efecto placebo en las pacientes recién paridas que practican la placentofagia:

“Si ustedes revisan la información que hay en los medios electrónicos van a encontrar que de un grupo de 100 señoras que comieron (placenta), 67 se sintieron bien. Es lo mismo que ocurre con el efecto placebo. Si dijéramos que se comieran un huevo crudo después de parir, 67 por ciento iban a decir que se sintieron mejor. Eso se llama efecto placebo, donde no hay una base científica que explique el beneficio reportado.

“No somos críticos denostadores de su forma de pensar, pero sí recomendamos que se guíen por elementos científicos sustentables, comprobables, repetibles, que sean elaborados por instituciones de reconocido prestigio, para saber que efectivamente el beneficio que se está promoviendo tiene una base sólida y no que sea nada más a partir de comentarios”.

Karla González, la especialista en preparado de la placenta y a quien sus profesores de la cerrara de medicina de la UDEM ven como a la rara de la clase, lo refuta;

“Puedes entrevistar a muchos ginecólogos, enfermeras, pediatras, y no te van a decir cuál es la importancia (de la placenta), porque no la saben, no la han estudiado y no están dispuestos a reconocer ‘¿sabes qué?, no lo sé, no conozco las propiedades, ignoro que se puede hacer con ella, no he investigado…’, y por no conocerlo consideran que es incorrecto, que no está bien, que no sirve para nada. Hay discrepancias, las personas que lo ignoran tienden a satanizarla”.

Miguel Jesús Reyes Campos, experto en acupuntura de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, recalca que aunque no se ha demostrado que la placentofagia sea una práctica fundamental y necesaria, sí está comprobado el contenido en la placenta de prostaglandinas, oxitocina y factores relacionados con los opioides o los morfínicos, sustancias que, se sabe, minimizan el dolor y mejoran los estados de ánimo.

“Estudios científicos demuestran que la placenta tiene productos que pueden interferir perfectamente en el posparto: dolor, disminución del sangrado y recuperación física de la paciente”.

Pero “la realidad es que no”, comenta Marco Antonio Aguirre Ramos, el jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Saltillo:

“Lo que están recibiendo es un aporte de carne que les va a dar proteínas, algo de carbohidratos, de grasas, pero todos los demás componentes, las demás hormonas se van a degradar el aparato digestivo, no van a ser absorbidos. Al final es como si la paciente consumiera un buen filete o una hamburguesa”.

En cambio los aportes que se desprenden del análisis de la placenta en los laboratorios de patología de los hospitales, suelen ser interesantes, como la asociación de alteraciones placentarias con la muerte fetal temprana, malformaciones del producto, su crecimiento y desarrollo.

“Se respetan todas las creencias, pero yo que trabajo las placentas le puedo indicar que tienen ciertos riesgos. Hay placentas de productos que vienen con algún proceso inflamatorio severo, incluso puedo identificar agentes infecciosos como bacterias.

“Yo no me arriesgaría a una placenta con un proceso inflamatorio, un proceso secundario de infección”, dice Yadira Lugo Guevara, médico anatomopatólogo del Hospital General de Saltillo.

A Dora Elia Silva Luna, enfermera y partera, maestra en salud pública, educadora prenatal y una de las defensoras a ultranza de parto en casa, le sorprendió que algunas de sus pacientes de Saltillo y Monterrey le empezaran a solicitar la placenta, una vez pasado el trance del alumbramiento, para comerla mezclada en licuados de frutas (smoothie) y así reponer energías.

“Algunas me habían dicho ‘Doris ¿no te ofendes si queremos coger un trozo de la placenta y hacer un preparado y tomarlo?’, y yo les decía ‘no me ofrendo, pero no me des a tomar… ’.

La saltillense Venus Alejandra Rodríguez la comió en un licuado de piña y fresa, después de haber parido en casa sólo asistida por su esposo, y se sintió bien.

“No sabe a nada, no sabe feo. Después de que nació mi bebé el sangrado fue mínimo y no tuve esos problemas que se presentan después del parto”.

Así fue como Dora Elia Silva se enteró de la placentofagia, práctica muy común en algunas regiones de oriente (China), en donde las madres y sus familias la consumen después de darle cierto tratamiento.

“Tiene un trasfondo espiritual, religioso, pero revisando (la literatura) resulta que en algunos países hay hasta un instituto de la placenta, en donde la placenta es procesada y tratada… Entonces dije ‘vamos a ver qué hacemos con la placenta’ y comencé a aprender a tratarla”.

Aprendió de las parteras del sur de México, poseedoras de una gran infinidad de rituales y formas de preparar la placenta, como la tintura (gotas) que proviene de la placenta de un bebé varón y que puede ser indicada en casos de impotencia, calvicie o cualquier trastorno de la masculinidad; o la tintura proveniente de un bebé hembra y que se utiliza en mujeres que están en la menopausia o niñas que tienen dolores durante la menstruación.

“Está cada vez más difundido, (el uso de la placenta), la gran mayoría de las mujeres la está demandando. De 10 pacientes que atiendo en parto ocho o nueve la quieren”.

Y las redes sociales han tenido mucho que ver en la difusión y profusión de la medicina placentaria o placentofagia.

Sin embrago en México existen escasos estudios científicos que validen las propiedades nutricias y curativas de este tejido, vital en el desarrollo del nuevo ser durante el embarazo.

“Puedo hablar de mi experiencia y de cómo he visto que las mujeres se recuperan enormemente, enormemente. Incluso los esposos que las acompañan en sus partos y que terminan muy cansados, exhaustos, hacen su smoothie de placenta y se sienten muy, muy bien. A la observación puedo decir que es muy útil. Es un órgano tan noble y tan entero que, de veras, debiéramos detenernos a estudiarlo…”, concluye.



¿BEBER O NO BEBER?

“Para tratar una placenta hay que ver estudios de la madre y corroborar que en su embarazo estuvo saludable, que no presentó ninguna infección…” - Karla González, experta en el tratamiento de placenta y productos derivados.

“Una vez que la placenta sale del organismo pierde todas las propiedades. Es una práctica que no es sana, le estamos dando un poder a algo que ya no sirve, que ya no funciona, que biológicamente ya no tiene razón de ser”- Adriana Pérez Valdés, jefa del área de Ginecología de la Clínica 1 del IMSS.

“La placenta es como una bodega, los nueve meses que duró tu embarazo estuviste guardando todos esos nutrientes en tu placenta. Imagínate lo rica que es en calcio, en hierro, en gonadotropina”.- Karla González, experta en el tratamiento de placenta y productos derivados.

“Me fui para arriba en cuestión de energía, de ánimo. Mucha gente me decía que qué desagradable, que qué asco y muchos comentarios negativos, pero yo había leído que los animales se la comen, las perritas, y esto hacía que tuvieran energía para ver a sus cachorros”.- Ana Carolina Dávila, mamá que promueve el consumo de la placenta.

“Se respetan todas las creencias, pero yo que trabajo las placentas le puedo indicar que tienen ciertos riesgos. Hay placentas de productos que vienen con algún proceso inflamatorio severo, incluso puedo identificar agentes infecciosos como bacterias”.- Yadira Lugo Guevara, médico del Hospital General.


“Nace de la observación de lo que hacen algunos animales, las perras, por ejemplo, cuando tienen a sus crías durante dos o tres días no se paran, no comen, no toman agua, están nada más amamantando, por eso es importante el aporte de energía que les da esa placenta, pero en el humano eso no se ve…”
- Marco Antonio Aguirre Ramos, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Saltillo

“Está cada vez más difundido, (el uso de la placenta), la gran mayoría de las mujeres la está demandando. De 10 pacientes que atiendo en parto ocho o nueve la quieren”
- Dora Elia Silva, doctora.


“No sabe a nada, no sabe feo. Después de que nació mi bebé el sangrado fue mínimo y no tuve esos problemas que se presentan después del parto”.
- Venus Alejandra Rodríguez, saltillense que consumió su placenta.


Los reportes

-Se realizó un experimento para incrementar la segregación de leche materna, mediante la administración de placenta seca vía oral. De 210 casos solo 29 dieron resultados negativos, 181 mujeres reaccionaron positivamente, 117 con buenos resultados y 64 con muy buenos resultados.

La Placenta como catalizador de lactancia. Soykova-Pachnerova (1954). Gynaecologia

-La ingesta de la placenta o de líquido amniótico produce un aumento de efecto opioide, es decir un efecto antidolor en las ratas.

Placenta para el alivio de dolor: La ingestion de la Placenta en las ratas.

Jean M. DiPirro, Mark B. Kristal



Se cree...

Que comerse la placenta es muy beneficioso para la mujer que acaba de dar a luz, ya que ésta es muy rica de estrógenos y progesterona, además reduce las posibilidades de sufrir una hemorragia posparto, pues el estrógeno sensibiliza al músculo uterino para que se contraiga bajo los efectos de la oxitocina. Al contraerse, se evita la pérdida de sangre en la superficie cruenta que dejó la placenta al desprenderse, además, también es rica en vitamina K un poderoso antihemorrágico.

Todos los nutrientes que contiene la placenta son igualmente beneficiosos para la madre como para el bebé y las hormonas que contiene sirven para compensar el déficit hormonal de la madre tras el parto.

Es importante la ingesta inmediata de un trozo de placenta para poder crear en el sistema la inmunidad contra la placenta si es que se queda algún residuo placentario dentro, y desecharlo adecuadamente previniendo así el coriocarcinoma.


¿Es genético?

Es un comportamiento que está contemplado en su código genético. Entonces, ¿tienen las mujeres ese gen que contempla la placentofagia?, parece ser que sí, se trata de un gen que se localiza en el cromosoma 7q32.



Beneficios de la placentofagia
  • Balance hormonal
  • Incremento energético
  • Combate fatiga y desordenes del sueño
  • Desordenes afectivos y de ansiedad
  • Acorta recuperación postparto
  • Disminuye hemorragia postparto
  • Promueve balance mente cuerpo espíritu
  • Asiste a la involución uterina
  • Disminuye deficiencia hierro
  • Promueve el apego de manera bioquímica, incrementa el lazo afectivo madre-hijo
  • Protección contra efectos secundarios de restos placentarios en el útero postparto
  • Recuperación de nutrientes maternos almacenados en los últimos 9 meses (vitaminas y minerales, hierro)
  • Previene depresión postparto
  • Facilita la lactancia
  • Reduce dolor postparto


Sus productos


  • Tintura: diluciones para homeopatía personal (uso en mamá y bebé)
  • Aceite medicinal: cólicos, estrías, manchas en la piel.
  • Pomada multiusos ( rozaduras, abrasiones, ojeras, manchas, cicatrices, resequedades)
  • Barro medicinal: cataplasmas y mascarillas
  • Shampoo y enjuague ( como tratamiento capilar)
  • Cápsulas en fresco con realce de hierro
  • Cápsulas en seco, para consumir en periodos de descontrol hormonal, depresión o transición a la menopausia.

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