Si bien este trastorno es conocido como “colon irritable”, la denominación actual es “síndrome de intestino irritable” (SII). Está dentro de lo que llamamos “trastornos funcionales del aparato digestivo”, junto a otras entidades como la dispepsia o la constipación funcional.
En estos trastornos predominan los síntomas crónicos. Pueden ser muy intensos, sin que se pueda demostrar daño o lesión significativa en el aparato digestivo, reseñó el portal Entre mujeres del diario Clarín.
Muchas veces en los estudios realizados a los pacientes hay hallazgos que no están realmente relacionados con los síntomas, como divertículos colónicos o pólipos de vesícula. Generan confusión o, incluso, se realizan tratamientos inadecuados con medicamentos o cirugías innecesarias.
¿Cuántos casos hay en el mundo?
Se estima que entre el 9 y el 22% de la población occidental tiene síntomas de SII. Por lo tanto, el número de personas que lo padece es enorme. Se asume que sólo aproximadamente la mitad de las personas con SII consultan al médico por este motivo, quizás movidos porque tienen síntomas más intensos o porque les generan mayor preocupación o temor. El SII altera significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen y es una causa importante de ausencias laborales y aumento de gastos en la atención de su salud.
¿Es más común en hombres o en mujeres? ¿De qué edades?
Es más frecuente en mujeres que en hombres, en una relación de 3 a 1. En general comienza a expresarse clínicamente en gente joven: en la mayor parte de los casos se inicia antes de los 45 años. Aunque es menos frecuente, puede empezar en la niñez o en personas de mayor edad.
¿Cuáles son los síntomas que podemos detectar?
* Los síntomas son crónicos, o sea de larga data. El diagnóstico de SII debe realizarse con mucha cautela cuando los síntomas son de reciente comienzo.
* El dolor abdominal es el principal síntoma. En general aparece en la parte baja del abdomen y hacia ambos o un solo lado. También puede darse en las zonas laterales y muchas veces se irradia hacia atrás, hacia la zona lumbar, o incluso hacia las piernas.
* Suele ser un dolor sordo, aunque a veces hay sensaciones de quemazón, ardor o pinchazos.
* Estas molestias suelen mejorar con la evacuación intestinal, aunque a veces se intensifican. El dolor está acompañado de alteraciones en la forma de evacuar el intestino, ya sea estreñimiento o diarrea, muchas veces alternando entre ambos y con días o épocas de normalidad.
* El estado emocional impacta fuertemente en la intensidad del cuadro. Mejora mucho en períodos buenos y empeora con el estrés emocional. Las pérdidas, la intolerancia a la incertidumbre, la frustración y el miedo exacerban los síntomas y, cuando no son bien entendidos por el paciente, se crea un círculo vicioso que agrava la situación. No es fácil para nadie entender que puede haber dolor intenso sin daño estructural, orgánico. Es muy importante aceptar que así como solemos tomar con naturalidad que una persona puede tener dolor de cabeza sin tener una enfermedad orgánica, es posible tener dolor abdominal sin daño orgánico.
* En la generación del cuadro también influyen aspectos genéticos, la flora intestinal y la dieta.
En el día a día, ¿qué hábitos ayudan y cuáles perjudican?
Los alimentos juegan un rol importante y en general los pacientes no toleran bien ciertos vegetales (como los de hoja, crucíferas, legumbres, ciruelas, exceso de cítricos) y deben también poner atención en la tolerancia a los lácteos fluidos. Las fibras aportadas por otros vegetales y el psyllium suelen ser bien toleradas y son de beneficio tanto en la diarrea como en la constipación asociada al SII.
¿Qué tratamientos hay disponibles?
Lo más importante es que la persona que sufre de SII tenga un diagnóstico correcto y comprenda que, a parte de las molestias, este problema no induce otras patologías como enfermedades intestinales más severas o cáncer. Comprender la verdadera significación que tienen los síntomas suele acarrear alivio y mejoría del cuadro. Por otra parte, en los casos más severos hay medicación que ayuda a disminuir la sensibilidad intestinal directamente involucrada en la génesis de los síntomas.
En resumen, un diagnóstico correcto, una comprensión de los mecanismos y un manejo clínico adecuado permiten en la gran mayoría de los pacientes reducir los síntomas y retomar una buena calidad de vida.
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