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viernes, 18 de diciembre de 2015

Las copas menstruales son un asunto feminista. También son buenas para las personas flojas. (Jane C. Hu, Slate)







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Originalmente publicado en Slate; traducción y adaptaciones de Helecho Verde.





El feminismo es tan solo una de las muchas ventajas de la copa.
 









 
Los cuerpos femeninos dan asco. O, al menos, eso dice el mensaje central de la mayoría de los productos para la "higiene femenina". Las toallas y los tampones ofrecen una "protección poderosa" contra la sangre menstrual. La descripción de las toallas desechables de cierta empresa que se anuncia en Amazon presume que sus toallas ayudan a "canalizar el fluido hacia la profundidad del interior de la toalla y lejos de ti." Otros utilizan una mercadotecnia basada en cuan "discretas" son. Algunos productos hasta se venden con fragancias.

Las copas menstruales no dejan espacio para tal aprehensión. Insertas la copa de silicón dentro de tu vagina y la dejas allí durante hasta 12 horas. Llegado el momento de quitártela, vacías la sangre que ha guardado dentro, enjuagas/lavas la copa y la vuelvas a insertar. Y en contraste con lxs usuari@s de toallas y tampones, la base de fans de la copa menstrual cada vez se hace oír más, llegando a escribir incluso odas para sus copas en los últimos años.

(...)
Al motivar a las usuarias a entrar en contacto con su cuerpo durante la menstruación, la copa juega un papel sutil, pero esencial en la saludificación (o normalización) de la menstruación. Desde muy temprano, las niñas reciben mensajes que les sugieren la idea de que la menstruación es vergonzosa, humillante, sucia. En un estudio, lxs investigadorxs entrevistaron a varias docenas de niñas para preguntarles cómo se sentían tratándose de la menstruación, y encontraron que las niñas pensaban que la menstruación es algo así como una “crisis higiénica” que requiere de una solución callada. En otro estudio, lxs investigadorxs encuestaron a niñas australianas con entre 11 y 12 años de edad y encontraron que el 73 por ciento estaba de acuerdo con que "la menstruacion es algo respecto a lo que debe guardarse silencio", mientras que el 67% estaba de acuerdo con que "la menstruación es vergonzosa."




Estas actitudes juegan un papel importante en la repulsión general que existe en torno a las copas menstruales. Cuando le mandé un mensaje a una amiga mía, preguntándole si alguna vez la había utilizado, me respondió en seguida, "Guácala, claro que no". Le pedí que me explicara por qué, y ella dijo que preferiría no saber la "cantidad exacta" de sangre que implica su menstruación. "Me gusta pensar que es un cambio de color, no de líquido," dijo. Otra amiga que expresó asco hacia la idea, me explicó que "no (le) gusta el concepto de que se junte toda."

La vergüenza y la pena parece ser temas escabrosos, pero surten efectos en el mundo real. Lxs académicxs han argumentado que la idea de las vaginas y especialmente de la sangre menstrual como antihigiénica o vergonzosa de hecho es algo que contribuye a la estigmatización de las mujeres. En algunas partes del mundo, existen mitos muy persistentes que alertan sobre el riesgo que tienen las personas menstruantes de contaminar la comida o ensuciar objetos religiosos con tan solo tocarlos. Un estudio encontró que la simple idea de los productos menstruales tiene efectos negativos para las mujeres. En un experimento, quienes vieron caer del bolso de una mujer accidentalmente un tampón, después la calificaron como menos competente o mostraron una mayor probabilidad de evitar sentarse junto a ella. (En cambio, cuando a una mujer se le cayó un accesorio para el cabello, esto no la hizo receptora de las mismas evaluaciones negativas por parte de lxs entrevistadxs.) El estigma de la menstruación también puede afectar la percepción de las mujeres hacia ellas mismas: Las mujeres menstruantes a las que se les dijo que quien las entrevistaba sabía que estaban menstruando mostraton una mayor probabilidad de creer que quien las entrevistaba para el estudio albergaba sentimientos negativos hacia ellas; estas mujeres también mostraron estar menos dispuestas a realizar cualquier esfuerzo para causar una buena impresión.
Aunque a ti personalmente no te interese cambiar las normas sociales que giran en torno a la menstruación, una copa menstrual te puede ofrecer beneficios muy prácticos. En primer lugar, te ahorra dinero. Suponiendo que cada mes te echas un paquete pequeño de toallas o tampones desechables, tendrás que gastar una cantidad mensual para comprar los productos (¡Haz la cuenta!). En el 2014, la industria de productos para la "higiene femenina" amasó -tan solo en Europa- el equivalente a más de 3 mil millones de euros. En cambio, una copa menstrual, pero no todas, puede costarte, por ejemplo, menos de 300 pesos mexicanos y luego acompañarte durante hasta 10 años con los cuidados adecuados mínimos.
Puesto que es una compra que virtualmente sólo realizarás una vez, la copa reduce la enorme cantidad de basura que generan las toallas y tampones desechables. Cada toalla y tampón además viene envuelto en una caja, bolsa o más plástico; muchas toallas contienen hojas extras o dos plásticos más para las "alas", y la mayoría de los tampones se venden con aplicadores de plastico. En contraste, la copa sólo te deja con una caja de cartón o una bolsa de plástico, los cuales también puedes reutilizar con otro propósito: las copas menstruales Moon Cup y Keeper se venden en bolsitas de tela en lugar de cajas, porque las copas de látex y de hule difícilmente se verán dañadas durante su transportación o envío. Por otra parte, a diferencia de las toallas y tampones desechables, las copas mesntruales no contienen colorantes (algunas sí se ofrecen en colores y hasta con diamantina de colores), neutralizadores de olores hechos con químicos sintéticos, fragancias, etc.
¿Los beneficios económicos y ambientales no son suficientes para convencerte? En ese caso, también cabe señalar que la copa es genial para las personas flojas, porque las toallas y tampones desechables tienen que cambiarse con más frecuencia y una copa puede estar en tu cuerpo hasta por 12 horas. Además, la copa promueve la salud de tu vagina. Algunos tampones hechos con algodón absorben no sólo sangre, sino fluidos naturales, por lo que secan la vagina e incrementan el riesgo de que el tampón lastime las paredes de tu vagina, incrementando el riesgo del Síndrome de Shock Tóxico (TSS). La copa sólo recolecta el flujo, lo que resulta en menos bacterias que pueden producir el SST.
Para cubrir algunas otras preguntas que con mucha frecuencia tienden a salir siempre que se habla de la copa menstrual:

No, no puedes sentirla una vez que ya te la has puesto; sí, puedes nadar con ella; no, no te mancharás más seguido (cierto estudio encontró que las filtraciones con la copa se reducen a menos de la mitad en comparación con otros productos), y lo más probable es que no la llenes —para muchas, la capacidad de una sola copa sería suficiente para contener incluso todo el flujo de su menstruación. (Un hecho divertido: Muchas mujeres pierden menos de lo que cabe en un vasito tequilero durante toda su menstruación. ¡Sangras mucho menos de lo que crees!) Y sí, hay una curva de aprendizaje en lo que aprendes a doblar e insertar la copa, pero la mayoría de quienes la usan ya pueden hacerlo bastante bien después de usarla durante uno o dos ciclos.
Si ya tienes tu copa, o si llegas a usarla y te gusta, compártelo con tus amigas. Un estudio realizado en Nepal encontró que la probabilidad de que las niñas probaran usar una copa menstrual se incrementaba si conocían a alguien que la había usado. Y si la copa no es para ti, está bien. Independientemente del producto menstrual que utilizas, nunca olvides que tu menstruación no debe ser motivo de vergüenza.

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