Hacia finales del siglo XVIII, se creía que la educación superior comprometía la salud reproductiva de las mujeres, que su sangre podría dirigirse hacia su cerebro y que eventualmente le llevaría a procrear hij@s enfermizos y con defectos congénitos. (1)
Más recientemente, en el 2006, el Dr. Edward H. Clark, profesor de medicina en Harvard University durante 8 años, llegó a decir que “la educación superior provocaba que se atrofiara el útero de las mujeres.” (2)
No cabe duda de que los prejuicios y la misoginia atrofian el cerebro incluso de personas "educadas".
Referencias:
1. Stein E. y Susan Kim. 2009. Flow: The Cultural Story of Menstruation. New York: St. Martin's Press
2. Clarke, E.H. 2006. Sex in Education or, A Fair Chance for Girls en http://www.gutenberg.org/files/18504/18504-h/18504-h.htm
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