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lunes, 9 de junio de 2014

"Mi experiencia como menstruadora" de Beatriz Sotomayor Arancibia




Partiendo por el principio

Fue estrepitoso y espectacular, un chorro copioso de sangre bajando por el muslo descubierto debajo del pantalón corto y blanco de gimnasia, tenía 11 años, no tenía idea de lo que pasaba y muchas de mis compañeras tampoco. Una solidaria se acerca: “que lata que te vayai a morir”.

Más tarde en los baños una profesora me paso un paño higiénico, bien podría haberme pasado un contador geiger, no sabía lo que era, para lo que servía, ni donde se ponía, no se parecía a nada que hubiera visto antes, y mis preguntas incomodaron a la mujer, que no tenia palabras para explicar, ¿dónde? Ahí, ¿ahí donde? En el calzón, ¿cómo?...

De ahí me explicaron que “era enfermarse”, que no se debía comentar con un hombre y que debía esconderse.

18 años después, use sagradamente las consabidas toallitas. Hasta que un día fui a tomarme un café a un sitio orgánico y chic, y me encontré con la copa menstrual que estaba en exhibición al lado de la caja, la cajera explico las bondades de la copa de manera tan efusiva, ruidosa y explicita que los y las clientes/as se removían nerviosos/as en sus sillas, yo mas por incordiar a aquellos/as que se sentían incómodos/as con el cuerpo femenino y sus procesos que por verdadero interés, hice todas las preguntas que se me ocurrieron y hasta pedí detalles y me fui sin comprar la copa.

Pero a los pocos días volví y la compre, lo hice por el planeta, pero cambio mi manera de vivir la menstruación, desde las palabras de Morella Contreras Ruvinskis:

“Las mujeres que optamos por la copa menstrual comenzamos un proceso de vivir nuestra menstruación de manera muy distinta a la que nos han enseñado y a transformar mensajes que hemos recibido a lo largo de nuestras vidas. Uno de los cambios más importantes es la capacidad de ver y vivir nuestro cuerpo y sus procesos de manera distinta y por nosotras mismas. Con la copa menstrual se inicia un dialogo con el cuerpo que con los métodos alternativos es difícil de lograr pues el mensaje que traen consigo es que hay algo “sucio” que requiere “un paño o toalla higiénica” y que además cuyo fin termina siendo un vertedero de basura en algún lugar de nuestras comunidades. Este ritual normal es una forma de lidiar con los “olores” de los cuales nos advierten debemos ser cautelosas para “cuidar nuestra imagen de mujer,” y los cuales al utilizar la copa menstrual, se vuelve evidente que provienen de los químicos y pesticidas que se utilizan en la fabricación de estos productos”.

“Con la copa una aprende a conocer lo que su cuerpo lleva por dentro y a darse cuenta de que la sangre es un tejido vivo por lo que su consistencia no es la misma en la mañana que en la noche, ni tampoco de un ciclo a otro. El verla, medirla, sentirla, permite vincular nuestra energía y nuestras emociones a nuestros procesos físicos permitiendo así tomar conciencia y percatarse de que por ejemplo el “mítico” síndrome premenstrual es reversible, que no necesariamente ha venido para quedarse y por consecuencia profundizar aquellas situaciones que muchas veces nos afectan y violentan, pero cuya responsabilidad no es del cuerpo, sino de nosotras mismas y/o el entorno. Es una herramienta para la acción. Asimismo, se puede llevar un registro de la cantidad exacta de flujo menstrual, se pueden apreciar sus tonalidades y diversas consistencias, y finalmente se puede evitar que una parte de nosotras termine en un vertedero, sino que más bien de vuelta en la tierra cercana o debajo de algún hermoso árbol o flor de nuestro jardín o donde cada una de nosotras lo determine.

En fin, es cierto yo sentí que recupere mi menstruación a través de la copa, y claro hasta ese instante no me había dado cuenta que estaba alienada en ese sentido, pues no conocía alternativas, estaba convencida de que todo el asunto era molesto, sucio y antihigiénico.

Y claro los paños higiénicos desechables lo simbolizan con su apariencia quirúrgica, que remite a vendajes y gasas.

En estos tiempos donde una vigila la figura, no se deja estar, “se cuida”, y en fin tiene “el deber” de controlarse, el “seguir la sabiduría del cuerpo” es impensable, después de todo la imagen “de abandonarse” no remite a deleites y relajo, sino a obesidad mórbida.

Pero volviendo al tema, cuando compre la copa lunar leí las instrucciones que decían que a veces se escapa algo de sangre y que se podía usar una toalla lavable y reusable como complemento…


La Maquina Menstruadora de Hiromi Ozaki

Pucha yo tengo ese problema en mis primeros dos días, y no tenía idea de dónde encontrar una toalla reusable. En fin en internet, compre una para probar y me paso algo extraordinario, las toallas son bonitas como un cojín decorativo, y la use y… ahí justo ahí me cayo la teja de lo perversas que son las malditas toallas higiénicas, no es solo porque contaminan el planeta, sino que contaminan la relación con el propio cuerpo con su aspecto medico “remite a lo enfermo y anormal” y eso es un crimen.

No puedo explicar en palabras el efecto psicológico que tiene que la menstruación entre en el reino de lo bonito y lo agradable, es relajante, el cuerpo sigue su curso… no traiciona, ni ensucia. Como explicarlo, es como que haber caminado con una verruga en la planta del pie por mucho tiempo, tanto que una se acostumbro y de pronto se va y una se da cuenta que caminar es muchísimo más rico de esa manera, es un alivio y una alegría.

(Fuente:http://menstruar.blogspot.fr)

Ilustración de Ilustración Junko Mizuno

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