Intégrate a nuestro grupo "Lunas, toallas de tela y copas"
donde nos reunimos miles de mujeres para compartir información clara,
objetiva y actualizada sobre la menstruación y la salud sexual y
reproductiva, así como reflexiones, inquietudes y experiencias
relacionadas con el ser y tener cuerpo de mujer.
La falta de respeto por el cuerpo de las mujeres, está conduciendo a las propuestas de “abolición bioquímica de la menstruación”, como si fuera un planteamiento progresista, aunque suponga una intervención hormonal constante durante la vida reproductiva.
“La investigación
de la salud de las mujeres ha sobrepasado los límites que la encerraban
solo en los órganos y hormonas relacionados con la reproducción (…).
Este sesgo histórico está siendo redirigido (…). Cada vez más la
asistencia sanitaria se ha de basar
en las diferencias biológicas que comporta el sexo y las influencias
del género en los factores de conducta, geográficos, culturales,
económicos y sociales.” (Pinn VW. Sex and gender factors in medical studies: implications for health and. clinical practice. JAMA 2003; 289: 397-399.)
“Tenía
miedo a una enfermedad mental, que en el fondo es con lo que la
medicina convencional te castiga cuando no saben qué te pasa. ¡He
tardado mucho tiempo en darme cuenta de que soy un todo y que es
imposible separar mis carnes de mis vicencias, mi cuerpo de mi alma”.
(Laura Mora Cabello de Alba).
“Rita,
tiene 20 años ahora y las menstruaciones son cada día más dolorosas.
Cuando tuvo la primera regla a los 13 años, casi no la notaba, pero a
los 15 años ya tenía que dejar de ir a la escuela por que tenía mucho
dolor durante el primer día. En su casa no le hicieron mucho caso y su
madre le dijo que ya se le pasaría con el tiempo. Un día se desmayó en
la escuela por el dolor y decidieron llevarla al médico. El médico de
cabecera le recomendó unas pastillas antiinflamatorias durante el primer
o segundo día, Durante una o dos menstruaciones le pareció que el dolor
mejoraba, pero después en las siguientes, sintió cada vez más dolor.
Con este proceso pasó casi un año, porque le decían que era demasiado
joven par ir al servicio de Ginecología. Durante el examen de
selectividad, que coincidió con el primer día de la menstruación se
volvió a desmayar y la retiraron del examen.
Acudió
al especialista, que le solicitó una Ecografía Ginecológica. En ella se
diagnosticó la presencia de unos quistes al lado de los ovarios, una
endometriosis. Habían transcurrido casi tres años desde que inició un
dolor intenso durante la menstruación y el momento en que se diagnosticó
la causa”.
Morbilidad invisible
Tanto
la investigación médica, como la docencia y la asistencia sanitaria ha
mirado a las mujeres “como si fuesen hombres” y no han visto sus
problemas y enfermedades específicas, ni han entendido su queja, su
malestar y su dolor. La salud de las mujeres se ha estudiado y valorado
sólo como salud reproductiva, y este enfoque ha impedido abordar la
salud de las mujeres desde una perspectiva integral.
También
la superespecialización a que se ha visto sometida la medicina en los
últimos treinta años, en aras a la eficacia, a troceado el cuerpo de los
pacientes, y en especial los femeninos porque son los que demandan más
atención de los servicios sanitarios ambulatorios y no precisan
hospitalización.
Existe aún un gran desconocimiento, por
falta de investigación y de información, de las enfermedades que
padecen las mujeres, de sus causas y de la manera de prevenirlas. De
hecho la formación médica no había remarcado que podían haber
diferencias en el modo de enfermar de mujeres y hombres, que los métodos
de diagnosticar pudieran ser diferentes, o que las terapias y los
fármacos tuvieran diferentes maneras de actuar entre mujeres y hombres.
La
formación del médico o la médica de primaria o de hospital no ha sido
enfocada hacia las patologías más prevalentes entre el sexo femenino, ni
tampoco dispone
(porque
no existe) una ciencia sistematizada para apreciar la diferente
expresión de la sintomatología de algunas enfermedades según el sexo de
las personas.
En
definitiva falta desarrollar la ciencia y hacerla visible y comunicarla
de la “morbilidad femenina diferencial”, para erradicar la cultura del
sufrimiento que intenta esconder la ignorancia científica de las causas
del malestar y la sintomatología, predicando a las mujeres la
resignación y la sumisión a un supuesto destino fatal que las obliga a
vivir con molestias y con dolor.
¿Qué es la morbilidad femenina diferencial?
Definimos
la morbilidad diferencial como el conjunto de enfermedades, motivos de
consulta o factores de riesgo que merecen una atención específica hacia
las mujeres sea por que sólo en ellas se puede presentar dichos
problemas o porque sean muchos más frecuentes en el sexo femenino.
Puede
ser causadas por las “diferencias biológicas” con el sexo masculino,
como ocurre con los trastornos de la menstruación, las enfermedades
derivadas de embarazos y partos, o los tumores ginecológicos.
También
entran en esta definición las enfermedades que sin ser específicas del
sexo femenino, se presentan con “una mayor frecuencia (alta prevalencia)” en
el sexo femenino, y son causa o de muerte prematura, enfermedad o
discapacidad entre las mujeres más que entre los hombres, como son las
anemias, el dolor crónico, las enfermedades autoinmunes, las
enfermedades endocrinológicas, y la ansiedad y depresión.
Existen también “factores de riesgo diferenciales” que
deberían ser prevenidos o abordados de forma diferente entre mujeres y
hombres, como las causas de patología cardiovascular, diabetes mellitas,
o la obesidad. Lois Verbrugge ya señalaba en al año 1989 que el peor
estado de salud de las mujeres se debía a riesgos adquiridos y aspectos
psicosociales como el sedentarismo, el paro, o el estrés físico y mental
que produce la doble o triple jornada laboral que deben realizar, así
como el trabajo emocional que constantemente realizan en su papel de
cuidadoras de toda la familia y de su entorno o como señala Mira Shiva,
la falta de comida o la sobrecarga interminable del trabajo doméstico en
condiciones muy precarias, y en cocinas de leña
Lois
Verbrugge ya señaló en el año 1985 que las mujeres presentan más
enfermedades crónicas y hacen un mayor uso de los servicios sanitarios
ambulatorios, dato que se ha confirmado en la literatura en todos los
países del mundo que tienen una accesibilidad igualitaria al sistema
sanitario. Aunque utilicen más los servicios, no están incluidas o han
sido subrepresentadas en los ensayos clínicos, y como resultado, los
datos y las investigaciones obtenidos de una población predominantemente
masculina, son frecuentemente extrapolados de forma inapropiada para el
uso clínico entre mujeres. Esta situación denunciada desde el año 1990
desde diversos foros internacionales, no ha mejorado en los últimos 14
años, ya que los ensayos clínicos sólo incluyen un 24,6% de mujeres y
sólo se ha realizado un análisis específico de género en un 14% de los
ensayos.
Morbilidad diferencial relacionada con “la” diferencia biológica. La menstruación como indicador del estado de salud
“Hay
como una pesadez que inclina el cuerpo hacia su origen que siempre es
abajo como el del árbol. Una gravedad que insiste, cíclicamente,
tenazmente, en hacer corresponder el cielo salvaje del espíritu con la
tierra a que pertenece. En mi vientre cada mes, la misma garra me hace
retroceder al tiempo de todas las gestaciones. Es mi sangre, el pasado
de mis hijos y el porvenir de los dioses: de barro los pies, de sangre
la génesis. Dios, de haber existido, nunca hubiese sido macho; de
haberlo sido hubiese engendrado tan sólo en lo invisible, la pura nada.
Mi cuerpo, grávido, describe la circunferencia de los siglos: en cada
luna inicia el recorrido de su propio nacimiento. Nacer: siento en mi
sangre el clamor amurallado del primer “¡No!”, el inicial rechazo a la
embestida de la vida, le primer infortunio, la forzada voluntad apenas
improvisada. Y luego la repetición, la gran impostura del “¡Sí!”, el
préstamo que se otorga en la carne; la manera, tan injusta, de negar
aquello que se afirma en el hijo.
Cada
veintiocho días me siento, cielo abajo, piernas adentro, tan habitada,
tan ocupada por ese ser que siento tan otra y es, no obstante, la que
más me frecuenta, la que dicta mis pasos en orden al sentir, la que
dirige mi voluntad más imperiosa, más necesitada, más desesperadamente
codiciosa en la ternura, la que me invita a ser esa otra que que me
tiene cada vez más emboscada, en alerta siempre, roja alerta que deja,
intenso, su rastro de materia desprendida sobre lo que voy siendo.
Tan
habitada me siento que no sé si hablo desde dentro de la sangre en
tumulto, ni quién observa a la otra, ni que otra soy yo” Chantal
Maillard. “Filosofía en los días críticos”.
El ciclo menstrual: de la invisibilidad, al tabú científico y a su abolición
La
menstruación fue uno de los primeros fenómenos cíclicos que pudieron
observar las mujeres y los hombres del neolítico. Su relación con la
reproducción permaneció invisible, y también
innominada entre muchas culturas. Tabú entre muchos pueblos, servía de
excusa para castigar a muchas mujeres con el alejamiento y gran número
de prohibiciones, como las que obligaban a las mujeres a alejarse de las
casas con la falacia de que su presencia durante la fase menstruante
contaminaba los productos agrícolas y alteraba el crecimiento del
ganado. De hecho la mayoría de mujeres hasta mediados del siglo XX,
quedaban embarazadas desde la primera menstruación en la adolescencia y
casi no volvían a tener la menstruación durante su vida reproductiva,
porque estaban embarazadas o en período de lactancia. Debido a este
hecho sólo debían presentar trastornos de la menstruación las mujeres
que por provenir de clases altas o por otras circunstancias no tenían
sus primeros hijos hasta después de los veinte años.
También fue un tabú en la comunicación de muchas madres e hijas.
La
dismenorrea, las metrorragias o los ciclos irregulares fueron
relacionados con la poca aceptación de la menstruación, antes de
correlacionarla con trastornos endocrinos, o con deficiencias de
nutrición. El ciclo menstrual afecta a todos los órganos y sistemas de
las mujeres y sus alteraciones pueden ser un indicador del estado de
salud, ya que las situaciones de estrés y patologías clínicas y
subclínicas alteran su regularidad. También existen influencias de unas
mujeres a otras a través de las feromonas.
Nombres para no-nombrar
La
forma social de invisibilizar i excluir la presencia de la
menstruación, a pesar de ser una experiencia cotidiana en la vida de las
mujeres durante siglos ha sido no nombrarla, y no hablar de ello nunca
en público. Las diversas denominaciones que voy recogiendo ( animo a las
lectoras a mandarme las que ellas hayan experimentado) están
relacionadas con diversos aspectos o características. Con la
regularidad, como “el mes”, “el período”, “este día”, “ la mala semana”.
Con la presencia de un acontecimiento que visita tu cuerpo des de
fuera, como si de algo externo se tratara: “la visita”, “Mi amiga”, “la
tía”, “la tía María” o “Andrés” (porqué te visita una vez al mes). Con
la vivencia de la menstruación como enfermedad, “ estoy indispuesta” “el
problema”, “estoy enferma”.
Con
el deseo de no nombrarla: “la cosa”, “la maldición”, “macana” en
Bolivia. Con el color rojo, “Días de banderas roja”; “los rojos”, “la
puta comunista” o como cita Victoria Sau de una monjas, “los ingleses
han desembarcado”, “llegan la chaquetas rojas”. Como señal de las
diferencias, “el símbolo de la feminidad”, “la señal de que se es mujer”
o también como vivencia de algo
sucio o impuro: “Suciedad” o “impureza” cadáver corrompiéndose para los
griegos. La medicina inicia su estudio científico a mediados del siglo
XX.
La
ciencia médica ha ignorado el estudio de la menstruación y sólo a
mediados del siglo XX se inició el estudio del ciclo y de las hormonas
hipofisarias, con el objetivo de conseguir medicamentos anticonceptivos.
En cambio es muy difícil encontrar estudios que especifiquen cuales son
las características normales del ciclo menstrual. De hecho han sido la
investigación realizada en Suecia y Dinamarca la que ha dado las pautas
de normalidad.
El ciclo menstrual normal oscila con una
menstruación cada 26 a 32 días, aproximadamente un ciclo lunar que es
de 28 días. La duración es de un día con fuerte pérdida y dos o tres
días más con pérdidas menores. La cantidad máxima de pérdida debería ser
unos 100 cc, como máximo la cantidad de una copa de vino, aunque es
difícil apreciar la pérdida de forma subjetiva porque muchas personas
relacionan la intensidad mayor o menor con la pérdida de su madre,
hermanas o amigas. La menstruación
no debe producir dolor y en todo caso una ligera molestia. No debe ser
precedida de síntomas ni corporales ni de labilidad en el estado de
ánimo. La menstruación es un hecho fisiológico que prepara cada mes el
cuerpo para la concepción y el anidamiento, no es por lo tanto una
maldición bíblica, y sus molestias no se han de vivir en silencio,
porque en realidad, cuando se presenta fuera de los parámetros normales,
sus características anómalas son claros indicadores de problemas de
salud, o de nutrición o de estrés físico y mental
El
estudio del ciclo y sus efectos periféricos en todo el cuerpo, así como
las bases neuroendocrinas del síndrome premenstrual se iniciaron con
fuerza en la década de los 80 del pasado siglo.
Implicaciones hormonales
El ciclo menstrual normal implica variaciones en diversos niveles hormonales, a veces sutiles o a veces manifiestos, lo que significa
que durante la edad reproductiva ( desde aproximadamente los 13 años
hasta los 50, algunos niveles hormonales de la mujeres eran cada día
diferentes según el momento del ciclo menstrual).
Para
que exista menstruación deben existir estrógenos a niveles adecuados
para producir un crecimiento endometrial. Para que la hemorragia no sea
excesiva a partir del dia 14 del ciclo ovárico, se inicia la producción
de progesterona que impide que el tejido del endometrio crezca de forma
exponencial y lo prepara para el anidamiento si hubiera una concepción.
En
esta segunda fase del ciclo y sobre todo entre los dias 17 al 23 se
incrementa la secreción de varias hormonas implicadas en el metabolismo
de agua corporal (renina, angiotensina, aldosterona) y se retiene
liquido. En condiciones normales esta retención debería ser
imperceptible, pero cuando hay exceso de estrógenos por condiciones de
estrés o por exceso en el medio ambiente, o cuando disminuye la
secreción de progesterona por las mismas causas, esta retención puede
ser intensa y provocar un aumento de unos 2 o 3 Kilos de peso antes de
la menstruación.
Pero
también se producen incrementos de neurotransmisores cerebrales, desde
el momento de la ovulación, de Adrenalina y Noradrenalina central y
periférica, y de Beta endorfinas que están elevadas hasta tres días
antes de la menstruación. Estas variaciones en condiciones normales
deberían ser casi imperceptibles, pero según los niveles pueden causar
cambios en el estado de ánimo y en el humor.
Implicaciones neuroendocrinas y sobre el estado de ánimo y humor
Los
cambios hormonales en el sistema hipotalámico y el efecto de los
estrógenos sobre el sistema noradrenérgico, dopaminérgico y receptores
de serotonina, y el de la progesterona natural sobre los receptores
Gaba, han demostrado que los cambios de humor y estado de ánimo durante
el ciclo menstrual tienen una base neuroendocrina.
Por una parte los niveles de estrógenos colaboran en la excitabilidad del sistema nervioso pero
también en estimularlo y tonificarlo ( efecto antidepresivo), y la
progesterona natural tiene un efecto armonizador estimulando la sedación
y el sueño, y colaborando en eliminar el exceso de líquidos, de
irritabilidad y la tensión nerviosa.
Si
no hay alteraciones, se puede sentir un ligero incremento de ansiedad
entre los días 16 al 23 del ciclo, y un incremento de irritabilidad,
tensión nerviosa, y hostilidad los cinco días anteriores a la
menstruación.
La
líbido (apetencia sexual) y la actividad sexual se incrementan en la
primera fase del ciclo (del 6 al 12) y durante la fase ovulatoria, y
disminuye en la segunda fase, con un ligero incremento durante los cinco
días anteriores a la menstruación. Todos estos cambios son
fisiológicos, y pasan desapercibidos para las mujeres y para los mismos
profesionales, porque se han investigado en los últimos veinte años.
También
existen variaciones en la acuidad de los órganos de los sentidos con un
incremento de la sensibilidad de la visión, audición y tacto hasta el
pico ovulatorio, y una disminución durante la segunda fase, excepto para
el olfato que se incrementa desde la primera fase folicular por el
efecto de los estrógenos y continúa aumentando su sensibilidad hasta el
momento de la menstruación. Muchas mujeres embarazadas también relatan
el incremento de la sensibilidad olfativa y son capaces de detectar la
presencia de alguna fruta enmohecida aunque este a veinte metros de
distancia.
Si
la ovulación no se produce, o lo hace con poco estímulo por parte de la
hormona luteinizante (LH) los desequilibrios en el estado de animo se
agudizan y existe mayor irritabilidad, nerviosismo y tensión, y a veces
ganas de llorar en los días previos a la menstruación lo que se denomina
Síndrome Premenstrual. Se acompaña también de retención de líquidos,
tensión mamaria y dolor en la pelvis que irradia a extremidades
inferiores. También el exceso de estrógenos tiene relación con la
presencia de las migrañas, cefaleas muy intensas que afectan a la mitad
de la cabeza y que se presentan dos días antes o durante la
menstruación. Pero como su estudio es reciente muchas de las variaciones
del humor se atribuían al rechazo de las mujeres a su menstruación, o a
su naturaleza “histérica”, lo que ha hecho más difícil la posibilidad
de correlacionar los síntomas con alteraciones hormonales, y más
invisibles las sensaciones que sentían las mujeres y que sólo se
atrevían a contarse unas a otras a escondidas. Todavía actualmente
muchas se ven rechazadas por los profesionales de la medicina si se
atreven a explicar los síntomas relacionados con el ciclo menstrual.
Implicaciones metabólicas
Todos los sistemas metabólicos están afectados por el ciclo menstrual desde
el metabolismo de lípidos, prótidos y glúcidos, hasta las células de la
córnea. El estudio de la fisiología del ciclo y de sus efectos en la
capacidad pulmonar, función digestiva, función excretora renal, y otros
sistemas ha permitido entender la fisiopatología de muchos trastornos y
estudiar posibles tratamientos.
Interacciones del estrés con el ciclo menstrual
Muchos
trastornos de la menstruación pueden estar relacionados con el estrés
físico o mental, tanto la oligoamenorrea (menstruaciones escasas que se
presentan cada mes y medio o cada dos o tres) como las metrorragias
(menstruaciones muy abundantes). De hecho estas alteraciones en las
edades jóvenes se pueden considerar un indicador de las situaciones de
estrés, directamente por acción de los neurotransmisores en
la secreción de gonadotropinas hipofisarias, como por el efecto del
estrés en la hipersecreción de prolactina.Las personas que trabajan en
turnos de noche o que deben cambiar de huso horario por su trabajo,
pilotos o azafatas de vuelo o barcos, sufren también trastornos del
ciclo menstrual por alteraciones en la secreción de melatonina que es la
hormona que produce la glándula lineal, situada en el centro de la
cabeza, como resto atrofiado del tercer ojo que tenían algunos peces. La
relación de la secreción de melatonina con la luz es clara, y en los
países nórdicos, con pocas horas de luz en invierno, la melatonina no
cesa su producción durante el día y produce alteraciones del ciclo
menstrual, sobre todo ciclos alargados y con escasa menstruación.
Las
consecuencias directas del estrés en los trastornos menstruales, son la
hiposecreción de progesterona y las metrorragias. Pero a medio plazo se
producen las anemias, o las ferropenias (deficiencia de almacenamiento
de hierro). La endocrinóloga Jerylinn Prior de Vancouver también ha
demostrado que las deficiencias de
progesterona o las anovulaciones que se producían en las atletas,
disminuían la masa ósea,en el plazo de un año. A medio plazo, la
consecuencia del hiperestrogenismo será la presencia de quistes en las
mamas, o mama fibroquística con a veces dolores intensos premenstruales,
y tensión mamaria, y posteriormente el incremento de miomas uterinos,
que se presentan sobre todo en mujeres mayores de 40 años, cuando ya
declina la secreción de progesterona.
Enfermedades e interacciones ambientales que afectan al ciclo menstrual
El equilibrio del ciclo y
la ovulación, además de estar influido por la nutrición, lo está
también por las anemias, y las deficiencias de la reserva de hierro, por
los trastornos de la función tiroidea (tanto hiper como hipotiroidismo)
o poR alteraciones del resto de glándulas endocrinas. Alteraciones
congénitas de las glándulas suprarrenales que producen vello
(hirsutismo) en la barba o en la línea media en las mujeres también
alteran la armonía del ciclo y poroducen el denominado síndrome del
ovario poliquístico que afecta de un 5 a un 10% de la población
femenina. Este síndrome en algunos casos tiene un origen sólo ovárico.
Pero las enfermedades hepáticas, renales, o las infecciones crónicas y
las enfermedades auto inmunes también alterna el ciclo.
La
disminución de peso afecta directamente la secreción de gonadotropinas
hipofisarias. La pérdida de 2 Kg ya produce en el ciclo menstrual del
mes siguiente una disminución de la fase luteínica, y si se sigue
perdiendo rápidamente por debajo del Indice de Masa corporal deseable,
se pierde primero la ovulación y posteriormente la menstruación. De
hecho es lo que se presenta en la Anorexia Nerviosa .
En
los últimos 20 años se ha comprobado un incremento de la presencia de
Endometriosis, enfermedad en la que el tejido del endometrio se
encuentra en la cavidad abdominal o al lado de los ovarios, por lo que
se menstrua también dentro de la cavidad abdominal, con dolores
menstruales muy intensos. El incremento de esta patología que ya afecta a
un 5% de la población femenina, había permanecido invisible, hasta que
se ha reconocido el papel que juegan las dioxinas ambientales, presentes
en agua, aire y alimentos, y también tiene como posible origen el
estrés crónico, ya que se ha presentado entre médicas que han hecho la
especialidad como residentes, que han de hacer guardias cada dos o tres
días.
La exposición laboral a sustancias químicas, ondas electromagnéticas, radiaciones ionizantes, exceso de ruido , calor o frío, o a insecticidas organoclorados también puede producir alteraciones del ciclo que pueden durar años después de la exposición.
La menstruación como armonía de la diferencia
La
menstruación refleja la armonía de la diferencia, y se manifiesta de
forma equilibrada si el entorno es también armónico. De hecho las
condiciones de vida y trabajo influyen de modo directo en dicha armonía y
en sus trastornos posteriores. El análisis de las conductas de algunos
pueblos como los indios mohicanos que demostraban su respeto hacia las
mujeres ofreciéndoles comida y alejándolas de los trabajos duros durante
la menstruación, es un ejemplo de respeto a la diferencia en lugar de
la abolición de la misma por intervenciones directas hormonales y
agresivas sobre el cuerpo de las mujeres.
Falta
evidencia científica de las consecuencias sobre la salud del equilibrio
menstrual y de las consecuencias a largo plazo de su abolición
La falta de estudios científicos de evidencia buena sobre las causas de los trastornos de la menstruación y
el hecho de que los esfuerzos de la investigación se han centrado mas
en encontrar medicación anticonceptiva que en ayudar a la regulación del
ciclo. Antes de abolir lo que existe seria mejor empezar a entenderlo,
ya que la intervención agresiva sin el estudio de las consecuencias a largo plazo puede causar más daños que beneficios.
Antes
de que los conocimientos científicos llegaran a la mayoría de
profesionales de la medicina, y a las mismas mujeres ya se realizaron
intervenciones para abolir la ovulación (administración de
anticonceptivos hormonales), con el objetivo liberador de planificar los
embarazos, pero interviniendo agresivamente sobre el cuerpo de las
mujeres sin saber las consecuencias a largo plazo.
Entre
las mujeres existe todavía un gran “desconocimiento” de los propios
cambios y de las interferencias ambientales e interpersonales; persiste y
aumenta la “no armonía” con el propio cuerpo del que las mujeres se
alejan con la persecución de la igualdad.
La
falta de respeto por el cuerpo de las mujeres, está conduciendo a las
propuestas de “abolición bioquímica de la menstruación”, como si fuera
un planteamiento progresista, aunque suponga una intervención hormonal
constante durante la vida reproductiva. ¿Significa una forma más de
romper con el orden simbólico de la madre antes de haber visibilizado su
realidad y sus relaciones?
1.Chantal Maillard, Filosofía en los días críticos. Diarios 1996-1998. Valencia: Pre-Textos, 2001.
2.Miranda Gray, Luna Roja. Los dones del ciclo menstrual. Madrid. Editorial Gaia, 1994. María-Milagros Rivera Garretas, La diferencia sexual en la historia. Valencia: Universiada de Valencia, 2005.
3.Victoria Sau, “Reflexiones feministas para principios de siglo”, en Cuadernos Inacabados, 34 (2000). pp 49 a 100.
4.Carme Valls-Llobet, Mujeres y Hombres. Salud y diferencias. Barcelona Editorial: Folio, 1994.
5.Carme Valls-Llobet, Mujeres Invisibles, para la Medicina. Barcelona: Editorial de Bolsillo, Plaza y Janés 2006.
(FUENTE: Carmen Valls I Llobet en Raco Ca) | ||
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miércoles, 15 de enero de 2014
La menstruación: de la invisibilidad a la abolición (Por Carmen Valls)
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