El síndrome alcohólico fetal (SAF) es un conjunto de síntomas y signos que aparecen en los fetos que han estado expuestos al alcohol durante el período prenatal. Se caracteriza por retraso en el desarrollo físico y mental, alteraciones craneofaciales y articulares. Los mecanismos precisos por los cuales se producen los efectos teratogénicos no se conocen con exactitud.
EL SAF es una causa frecuente de lesiones físicas y psíquicas fetales, superando en algunos casos a la espina bífida y al síndrome de Down. Las lesiones producidas por el alcohol sobre el feto son mucho más graves que las causadas por la heroína, cocaína y marihuana. En Estados Unidos es la primera causa evitable de alteraciones fetales congénitas. Se calcula que nace un feto con SAF por cada 750 embarazos y unos 50.000 niños al año con SAF.
Los síntomas y signos del feto que ha estado expuesto al alcohol durante el embarazo se caracteriza por:
- Bajo peso al nacer.
- Perímetro cefálico pequeño.
- Retraso en el desarrollo tanto físico como mental.
- Alteraciones orgánicas.
- Malformaciones de la cara.
- Epilepsia.
- Mala coordinación motora.
- Dificultad para la socialización y mantener lazos amistosos.
- Falta de imaginación y curiosidad.
- Problemas de aprendizaje.
- Problemas de conducta incluyendo hiperactividad, incapacidad para concentrarse, reacciones impulsivas y ansiedad.
Para describir las diferentes formas del síndrome alcohólico fetal se usan diferentes términos:
- Síndrome alcohólico fetal (SAF): representa la forma más extrema del síndrome y la muerte fetal es la consecuencia más grave. En estos casos las malformaciones faciales, los problemas de crecimiento y las alteraciones del sistema nervioso central son muy probables.
- Trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol (ARND): se usa para definir a los niños que tienen sólo las alteraciones emocionales y de conducta descritas en el SAF, sin que presenten las alteraciones físicas y del desarrollo propias del SAF.
- Trastorno del nacimiento relacionado con el alcohol (ARBD): son probables los problemas de corazón, riñones, huesos o audición.
Aunque los niños que han padecido el SAF y los ARND pueden tener pruebas de inteligencia normales, sus alteraciones/déficits de conducta interfieren para conseguir éxitos. Estos niños necesitan educadores especiales capaces de lidiar con dichas alteraciones.
Diferentes ejemplos de malformaciones.
Diagnóstico y tratamiento:
El diagnóstico de los niños afectados por el SAF es complicado, ya que no existe ninguna prueba o analítica específica para detectarlo. Algunos trastornos, como el déficit de atención o de hiperactividad, pueden enmascarar el diagnóstico del SAF. Las malformaciones faciales, los problemas del sistema nervioso central y la exposición alcohólica durante el embarazo pueden conducir al diagnóstico de SAF.
No existe cura para el SAF, aunque un diagnóstico temprano junto a programas terapéuticos y de apoyo para neutralizar la dependencia, favorecen el desarrollo del niño.
¿Cuánto alcohol es demasiado para el feto?
No hay pruebas objetivas que determinen a partir de cuanto alcohol se producen alteraciones fetales. Cada mujer metaboliza el alcohol de forma diferente, varía con la edad de la madre, la periodicidad del consumo o si se consume con comida o en ayunas.
Muchos investigadores consideran que un vaso de vino no tiene riesgos para el feto, otros en cambio piensan que lo mejor es no probarlo durante la gestación. El consumo esporádico puede producir formas incompletas del SAF y ARND. El alcohol pasa fácilmente la barrera placentaria y el feto tiene mayores dificultades para eliminarlo en comparación con la madre. Es decir, la dosis y el tiempo que actúa sobre el feto en desarrollo es mucho mayor y el organismo fetal es mucho más vulnerable.
Las lesiones son más graves cuando el consumo afecta al primer trimestre del embarazo, cuando se está formando el sistema nervioso. Por desgracia, muchas mujeres beben sin saber que están embarazadas.
Algunas mujeres pueden pensar que en los últimos meses del embarazo el peligro para el feto es menor, pero en realidad muchos de los mecanismos neurológicos más sofisticados del feto se producen en la segunda mitad del embarazo.
(Fuente: Gonzalo Pérez Roncero, Miembro de la Red de Investigación en Ginecología, Obstetricia y Reproducción, OMS)
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