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Hace diez años, perdí la conciencia y fui violado por una mujer con la que seguí teniendo una relación durante el siguiente año y medio de mi vida.
Durante mi primer año en la universidad, mi novia vivía a tres horas de mí del otro lado del estado de Ohio, EUA. Hice todo lo que pude para ampliar mi círculo social mientras mantenía mi relación con ella, lo que fue esencialmente imposible.
Como muchxs universitarios en su primer año, tomaba demasiado alcohol. Y una noche, tomé demasido y perdí la conciencia en la casa de una fraternidad en medio del invierno. No recuerdo mucho, pero sí recuerdo que en principio me sentí agradecido con todas las personas que me ayudaron para que llegara a mi casa y entrar en mi dormitorio esa noche.
Y luego mis ojos se voltearon hacia la profundidad de mis cavidades oculares.
Desperté en mi cama y había algo así como una media docena de personas en mi cuarto. Mi ropa estaba en el piso y sentía un miasma invisible de culpa que parecía estarme tragando.
A lo mejor eran mis vísceras las que me hablaban, pero sentí la premonición de que algo muy malo estaba por suceder. Quizás es porque mi futura violadora estaba en el cuarto. Mis ojos nuevamente se retrajeron hacia la parte trasera de mis órbitas oculares.
La había conocido al inicio de mi primer año en la universidad. Mi cuarto estaba en uno de los tres pisos para hombres en una de las torres. Me sentía solo y estaba contento por simplemente tener lxs amig@s que se acercaran a mí. Tenía a mí novia lejos; ella tenía un novio que estaba también lejos y el poder compartir estas cosas con alguien mitigaba el dolor. Ella se portaba amable conmigo.
Y luego me violó.
Cuando recuperé la calma la conciencia esa noche, mis amigxs se habían ido y la gravedad era un misterio. Ahí estaba ella, en mi cama y yo no podía saber si mi espalda daba hacia el techo o el colchón, tampoco podía identificar de quién era el sudor, si suyo o mío.
Sólo me sentía presionado y cuando recobré el sentido, entendí lo que estaba pasando. Me sentí impotente para hacer que se detuviera.
La mañana siguiente vino con un cambio de paradigma.
Me sentía apenado y alarmado y me resistía a creer lo que había sucedido, aunque ella estaba a mi lado cuando recuperé la conciencia. Como hombre, me sentí especialmente orillado a esconder lo que me había sucedido. No quería verme débil.
Le pregunté qué había pasado y ella me confirmó los detalles, que incluían mi consentimiento y deseo, aunque eso me parecía imposible encontrar entre los pliegues de mi cerebro.
En ese momento, decidí apropiarme de la situación. Porque si me apropiadaba de ella, ya no era embarazosa y no me robaba mi masculinidad. Nunca había escuchado que esto le hubiera sucedido a alguien más y cuando investigué en la red, mi problema sólo me parecía más serio y eso me asustó.
Me hundí en el pánico y todo lo que quería era tallar mi alma para lavarla de todo lo que me desmoralizaba y desmasculinazaba después de esta experiencia.
Mi interpretación se conviritió en que se había tratado de sexo con consentimiento mutuo, y proclamé que el sexo era increíble, aunque no tenía idea de cómo había sucedido. Les presumí a mis vecinos, quienes podía escucharla gritando a través de las paredes tan delgadas como el papel. Mientras más presumía, subsidiaba mi agonía.
Estaba decidido a lograr que la pérdida de mi virginidad significara algo. Inmediatamente terminé mi relación con mi novia en Ohio. Y mi mecanismo de defensa fue hacer de mi violadora, mi nueva novia, dándole así un propósito y una intención distinta a algo horrible.
Decidí entrar en una coma para escapar de la realidad. Después de vivir en los dormitorios, compartimos un departamento y un gato y hacíamos compras de víveres juntos y veíamos maratones de "America’s Next Top Model." Mi familia la quería mucho.
Eventualmente, la escritura se convirtió en el vehículo que me salvó.
Comencé escribiendo sobre política en periódicos locales y sobre música para otro periódico en Cleveland. Al escribir, podía alejarme de ella, tanto física como mentalmente, haciendo que su red me pareciera menos pegajosa. Y fue entonces cuando el escapar de mi Síndrome de Stockhold autoinducido estuvo a mi alcance.
El camino hacia admitir ante otras personas lo que realmente me había pasado fue truculento. Pero conforme maduraba, años después de lo ocurrido, me fue posible comprender que el concepto de masculinidad es infantil y sólo está enraizado en estereotipos raros.
Primero, comenzó con "Sí, apenas puedo recordar cuando perdí mi virginidad" antes de que pudiera usar la palabra que comienza con V... para describir lo que me pasó. Eventualmente, pude decirles a mis papás. Creo que todavía hoy, no alcanzan a comprender lo que me pasó.
El poder admitir que fui violado le dio a mi vida nuevos niveles de claridad una con muy alta definición. Sobre todo cuando la respuesta de todxs era siempre la misma - una pausa incómoda, seguida de una expresión facial que va de la mano con sentirse incómodo.
Y entonces decidí jalar el gatillo y terminar con todo eso.
Una semana después de terminar la relación, ella recurrió a la violencia.
Cuando llegó la policía a nuestro departamento y ella se negó a dejarlos entrar después de que ellos amenazaran con tirar la puerta, sentí como si estuviera recibiendo mi primera dósis de realidad después de dos años. Días más tarde, ella ya estaba en otro departamento a unos campos de futbol. A partir de ese momento, sólo la llegué a ver dos veces en el campus antes de huir hacia Ohio.
Mientras que ahora, diez años después, puedo hablar de esto, no me malinterpreten: la violación me dañó seriamente y tuvo un impacto muy profundo en mi forma de relacionarme con las mujeres incluso años después.
En retrospectiva, tuvo un mayor impacto de lo que yo creía: Dos de mis tres relaciones siguientes fueron con mujeres virgenes (que permanecieron virgenes de principio a fin) lo que parecía una anomalía en mis últimos años universitarios.
En mi primera relación después de terminar con ella, salí con una persona durante seis meses y nunca llegué a quitarle la ropa. Y mientras que eso podría haber frustrado a otrxs, era exactamente lo que yo necesitaba en ese momento.
Hoy en día: Soy "normal."
Puedo hablar de mi pasado con cualquier extrañ@ que esté dispuest@ a escuchar sin sentir que voy a caer inconciente o que voy vomitar.
Aunque no es algo que piense todos días, sí pasa por mi mente cada semana por distintos motivos. Nunca me va a dejar el recuerdo, y así quiero que quede, pues no estoy dispuesto a negar la fortaleza que he adquirido despúes de todo esto.
Para todos los hombres allá afuera que han experimentado algo semejante: No eres débil y no eres un niño.
Alguien abusó de ti o fuiste conquistado; alguien se aprovechó de ti de una manera que precede a todas las convenciones sociales sobre el género.
Recuperarse de una violación es una experiencia agnóstica desde la perspectiva del género: Empieza por admitir lo que te ocurrió.
No importa cómo decidas tomar ese paso - ya sea mediante terapia o confidendencialidad - es tu decisión.
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